Inception, de Christopher Nolan: 10 años de la película que cambió mi forma de ver el cine
Si puede robar una idea de la mente de alguien, ¿por qué no puede plantar una?
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Christopher Nolan tiene películas que son demasiado populares (The Dark Knight), que en principio fueron rechazadas por Hollywood (Memento), o infravaloradas a más no poder (The Following), pero solo una lo convirtió en el hombre de la “experiencia cinematográfica” y actuó como punto de inflexión en su carrera en el sentido de convertir cada estreno siguiente en el evento más esperado del año.
Inception está lejos de ser su película más famosa y sin embargo da la talla para recibir el título de obra maestra. Diez años -exactos- después de su estreno, parece poco lo que queda para decir sobre ella, pero siempre se puede recordar la obra que cuando tenía 17 me hizo cambiar la forma en la que veía el cine para siempre.
Un sueño dentro de un sueño dentro de otro sueño
Inception, o El Origen en español, es uno de los mejores filmes de ciencia ficción de la década pasada y es una de las más fascinantes exploraciones a los sueños que ha visto el séptimo arte donde el protagonismo se lo lleva ese fenómeno de introducirse en el sueño de alguien más, por medio de una historia protagonizada por un hombre cuyo trabajo es meterse en el subconsciente de otro para robar información.
Es una capa tras otra en una estructura complicada donde se visitan sueños ajenos, manejada con maestría gracias a un guión escrito por el propio cineasta que se divirtió manipulando la física y llenándonos de simbolismos y tomas en cámara lenta.
¿En cuál subconsciente estamos exactamente?
El hombre en cuestión se llama Cobb (Leonardo DiCaprio) y en un punto de la película termina aceptando la propuesta de Saito (Ken Watanabe), un magnate japonés que le solicita hacer lo contrario a su trabajo habitual: en lugar de robar datos, necesita que implante una idea en el subconsciente de otro individuo. Así, se entreteje un puñado de subtramas que junto con la trama principal se desenvuelven simultáneamente y se revela que más que ciencia ficción es la historia de un peculiar atraco.
Resulta fácil perderse de qué es real y qué es un sueño, por lo que cada miembro del equipo, protagonizado por Ellen Page como la arquitecta de los sueños, Tom Hardy como un falsificador que cambia de apariencia y Dileep Rao en el papel de Yusuf, un químico que desarrolla los sedantes, cuenta con un tótem que es un objeto que conocen demasiado bien y les permite saber en dónde se encuentran.
Tu mundo no es real
Eso nos lleva a una de las mejores escenas finales que ha visto el cine, en la cual Cobb finalmente se reúne con sus hijos pero ante la duda deja girando su peonza. Lo que el relato nos deja claro es que si esta cae lo que vemos es real y si se mantiene girando estamos dentro de un sueño, pero la pantalla queda en negro antes de que podamos saber si se detiene o no.
La arquitectura de los sueños y el atraco en sí son de lo mejor, pero también cabe destacar que Inception, dentro de todo eso, es el drama de un padre que debe superar su sentimiento de culpa para recuperar a sus hijos. Puesto en papel, o en este caso la web, parece no tener sentido, pero sí que lo hay. Y esas brillantes ideas no se verían igual de no ser por la banda sonora de Hans Zimmer, quien estuvo fenomenal.
Cuesta creer que ya pasaron 10 años y en una época en la que la ley de oferta y demanda se enfoca en tendencias como las adaptaciones, cada cierto tiempo aparece, afortunadamente, una película original en todos los sentidos que nos regresa a la magia innata del cine. Por otra década de inspiración y sueños.
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